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¿Cómo desarrollar la adquisición del lenguaje en niños?

Publicado: 2018-07-29

Hay estudios que demuestran que hay una relación muy estrecha entre el éxito escolar y la capacidad que tienen los niños para seguir las explicaciones y los razonamientos de los adultos. Esa capacidad depende directamente del nivel del lenguaje que tenga el niño y de la riqueza de su vocabulario: cuanto mejor sepa hablar y más palabras conozca,mejor comprenderá las explicaciones del adulto. Por tanto, vamos a ver qué podemos hacer nosotros para favorecer el desarrollo lingüístico de nuestros hijos: 

Hablar a nuestro bebé desde el primer día del nacimiento. Son muchas las ocasiones que tenemos para poder hablarle a nuestro hijo, y lo único que no debemos de hacer es levantar la voz. Podemos ir hablando de lo que vamos haciendo, comentando los objetos que tenemos delante de nosotros y le describimos lo que estamos haciendo en todo momento.

Es importante que hablemos a nuestro bebé mirándole a la cara, puesto que ellos imitan los movimientos de nuestra boca.

A partir del tercer o cuarto mes, los bebés empiezan a emitir los primeros sonidos guturales, por lo que debemos imitar los sonidos que nos está haciendo para estimularle a seguir produciendo más mensajes.

A partir de los 10 o 12 meses ya podemos empezar a leerle libros con imágenes. Como la atención de nuestro bebé será muy limitada, debemos de aprender a apreciar los signos de aburrimiento y parar antes de que se canse demasiado.

Aproximadamente en la misma época en la que el niño empieza a dar sus primeros pasitos, coincide con el tiempo en el que el niño empieza a tener capacidad de comprensión, por lo que podemos aprovechar para mandarle pequeños recaditos como que recoja su juguete, o que vaya a por una cuchara para poder ampliar su vocabulario. Hay que premiarle cuando haga una cosa bien con una expresión de alegría, para que mantenga su interés en ampliar el vocabulario.

Consejos para ayudar en esta adquisición

En los primeros meses de la vida de nuestro bebé es muy posible que cuando nos íbamos a dar un paseo se nos quedara dormido en su sillita, pero ahora seguro que se mantiene muy despierto y lo observa todo con mucho interés, por lo que es un momento maravilloso para ir explicándole todo lo que vamos viendo.

Además de escuchar y hablar con nuestro hijo con frecuencia, debemos de cuidar la calidad del lenguaje que utilizamos y nuestro tono de voz. Los niños posiblemente utilizarán palabras como “guau guau” para referirse al perro, pero no debemos de imitar su lenguaje, sino que tenemos que utilizar la palabra correcto para que la vaya aprendiendo. Además, la corrección que le hagamos al niño debe de ser siempre positiva. Si nuestro hijo dice “mira, un guau guau” debemos de decirle “sí, es un perro que hace guau guau” y si además podemos nombrarle la raza del perro en cuestión, estaremos enriqueciendo su vocabulario, su precisión en el lenguaje, sus conocimientos previos y su curiosidad. También debemos darnos cuenta de si notamos algo extraño, lo que indique que nuestro hijo necesita ir al psicólogo.

Igualmente es muy importante el nombrar las cosas por la palabra más exacta posible para poder mostrarle la riqueza del vocabulario. Por ejemplo, la palabra “comer” la solemos utilizar para todas las comidas, por lo que debemos precisar si es el desayuno, la comida, la merienda o la cena.

El menor uso de los imperativos y de las negaciones favorecen positivamente el desarrollo del lenguaje. En vez de ofrecerle monosílabos cortantes debemos de continuar un diálogo con él. Por ejemplo, si el niño nos pregunta si puede ver la televisión, en vez de contestarle con un rotundo “NO”, podemos decirle “ahora no es momento de ver la televisión, porque tenemos que ir a la bañera”. Iniciar una conversación con él siempre le va a enriquecer.

Y por último, lo que también podemos hacer es contestar con indirectas a sus preguntas. Por ejemplo, si el niño nos dice si hoy puede salir al parque, en vez de decirle que no, podemos decirle “hoy está lloviendo y si vamos al parque nos podemos mojar y resfriarnos”. De esta manera, el niño pone en funcionamiento su cerebro para sacar él mismo su propia conclusión.


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